En esta ocasión, no se produjeron incidentes entre Cuerpos. La Policía había comenzado la investigación, y la Policía fue la que finalizó la actuación contra la organización terrorista ETA.
Que las investigaciones entre servicios de inteligencia se cruzaran en la lucha contra ETA es y, probablemente, será, una constante. Y que fruto de esta situación han sido múltiples las ocasiones en que los servicios policiales se han visto perjudicados también es un hecho real, aunque oficialmente silenciado.
Pero en la actuación concretada el pasado sábado en Francia y en el País Vasco, la coordinación entre Policía y Guardia Civil ha funcionado. La Policía estaba tras la pista de los integrantes del denominado grupo de Vitoria desde hacía años. Y, además, había judicializado ya varias actuaciones con los titulares de los juzgados 2 (Ismael Moreno), y 5 (Baltasar Garzón) de la Audiencia Nacional.
El pasado lunes, Moreno se inhibió en favor de Garzón. El control sobre estos sospechosos era muy intenso. Desde octubre, el seguimiento estuvo ya judicializado en la Audiencia Nacional, según han explicado a este periódico fuentes de la investigación.
En concreto, las pesquisas se centraban sobre Alexander Uriarte, presunto responsable del comando al que el dirigente de ETA Jurdan Martitegi estaba entrenando para perpetrar atentados. El segundo seguimiento principal se centraba en Asier Ortiz de Guinea, considerado como 'número dos' de este comando que tenía previsto perpetrar un atentado con furgoneta bomba en vísperas de la toma de posesión de Patxi López como lehendakari. Uriarte y Ortiz de Guinea, junto con Igor García y Gorka Iriarte formaban el comando que iba a atentar en el País Vasco.
Pero los servicios de información policiales del País Vasco no fueron los únicos que llegaron a la conclusión de que estos sospechosos podían formar parte de las estructuras estables de la organización terrorista y de que, incluso, estuvieran intentado organizarse como comando.
El Centro Nacional de Inteligencia y la Guardia Civil también habían puesto su punto de mira en estos presuntos terroristas. En otras ocasiones, la guerra entre cuerpos hubiera saltado. Alguno de los servicios hubiera intentado imponerse al otro, de forma descoordinada. «Hubieran intentado arrebatarse la pieza y unos a otros», indican expertos en la lucha antiterrorista.
Pero esta vez, las chispas no saltaron. El organismo creado por el Ministerio del Interior para evitar estas situaciones funcionó y evitó futuros problemas. Sobre la mesa del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) se pusieron los datos de ambos cuerpos.
Por una parte, la Policía Nacional informó en ese órgano de todos los datos que tenía sobre estos sospechosos y la Guardia Civil también descubrió sus cartas. El organismo presidido por el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, no tuvo dudas. La investigación sobre este comando y sus seguimientos correría a cargo de la Policía Nacional. Ni malos entendidos, ni equívocos, ni zancadillas. Todo quedó cerrado en esta reunión que se celebró en la sede del CNCA el pasado mes de enero.
Y es que la Brigada Provincial de Información de Vitoria tenía muy avanzadas las pesquisas. Según explicaron fuentes de la investigación, sobre el grupo de Vitoria dirigido por Uriarte, la Policía Nacional puso sobre la mesa casi una treintena de indicios contra ellos. Por su parte, la Guardia Civil había dado con esos sospechosos mucho más tarde que la Policía y había obtenido únicamente cinco datos que apuntaban a su eventual peligrosidad. Alguno de estos datos fue facilitado por el CNI al Instituto Armado.
No solo el hecho de que llevaba más tiempo con la lupa puesta sobre los sospechosos y que, además, tenían ya una treintena de indicios contra ellos, sino que también fue determinante a la hora de ratificar la investigación para la Policía el hecho de que estuviera ya judicializadas sus pesquisas en la Audiencia Nacional.
Como ya explicó el martes el diario EL MUNDO, los principales integrantes del comando desmantelado en la operación contra Martitegi eran viejos conocidos de las Fuerzas de Seguridad. Iriate y Ortiz de Guinea ya figuraban en la documentación incautada al dirigente de ETA Ibon Fernández Iradi, Susper, en 2002.
De hecho, el también jefe de ETA Garikoitz Azpiazu Txeroki, los dio por comandos y no los quiso utilizar para formar un comando, pese a su gran «voluntarismo». Los especialistas consultados por EL MUNDO destacaron el hecho de que, por separado, la Policía y la Guardia Civil llegaran a identificar a los sospechosos. «Eso demuestra su profesionalidad», indican estos analistas.
Fuente: El Mundo.-
jueves, 23 de abril de 2009
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