lunes, 5 de enero de 2009

FIRMAS Y DOCUMENTOS FALSOS

Los ciudadanos se preguntan: ¿Cómo se puede saber si un documento es falso o verdadero? La ciencia que puede definir la veracidad de la firma y el documento es la Documentología. Hasta hace pocos años era conocida como Grafología y luego como Grafotecnia, cuando se sabe que ambas son ciencias autónomas y con objetivos distintos, de tal manera que todas aquellas disciplinas que parten del radical “grafo” fueron subsumidas por la ciencia documentológica, también conocida como Documentoscopía.

La grafología es la disciplina que, mediante el análisis de las grafías, permite determinar algunos aspectos psicológicos del autor y la Grafotecnia fue el origen del estudio de las “grafías” mediante técnicas empleadas para verificar su autenticidad o determinar la autoría de las escrituras.

Sin embargo, el Documento es el objeto material que contiene las expresiones, creaciones y exteriorizaciones del ser humano, para identificarlo e inmortalizarlo. Con el desarrollo de las ciencias periciales, se considera al documento y no a las grafías, como la expresión directa y verdadera del autor de la escritura, por tal motivo históricamente la naturaleza gráfica del hombre encuentra su razón de ser en el documento y no en las grafías.
La Documentología tiene raíces históricas que se encuentran envueltas en una parafernalia oscurantista. A partir de la fotografía y su difusión masiva en el presente siglo, se encuentran algunas características del grafismo, que anteriormente no habían sido tomadas en cuenta. Sin embargo, desde tiempo atrás existieron procedimientos tendientes a verificar la falsedad de los documentos o determinar la autoría de los mismos.

En el derecho romano es donde se dicta la primera Ley referente a las falsificaciones, La Ley Cornelis de Falsis y durante la edad media, algunos países dictaron normas sobre falsificaciones. El investigador francés Champollion hace mención al fraude más antiguo en la historia de las falsificaciones: el que realizaron los reyes en los jeroglíficos murales de Egipto, sustituyéndose en el lugar de los victoriosos, no a fin de equilibrar, sino eliminar sus derrotas anteriores, y de esta manera la posterioridad no se entere de sus malos resultados. En la obra Advis Pour Juger les Inscriptions, su autor Francis Remelle demuestra la forma de descubrir las falsificaciones, más no la manera de falsificar, situación que la parametró, toda vez que en la importante relación causa-efecto resulta imprescindible para entender mejor la disciplina.

Posteriormente en 1665, Jacques Ravenneau expuso en su obra: Tratado de Inscripciones Falsas, los procesos de falsificación y las modernas técnicas para su examen: su mérito fue que juzgaba a los falsarios mas adelantados que los peritos, llegando inclusive a convertirse en un gran falsificador, en la creencia de que nadie tendría la capacidad de descubrirlo: irónicamente fue descubierto por sus propios alumnos, la soberbia del conocimiento le jugó esta mala pasada.
El famoso caso “Dreyfus” donde condenaron al inocente capitán del ejército francés Alfred Dreyfus por delito de Traición, debido a unas escrituras aparecidas en la Embajada Alemana en París, y absolvieron al Comandante Esterhazy; que dio motivo a la importante obra <> de Emile Zola.

En nuestro medio las ciencias periciales se encuentran en un proceso embrionario fáctico, demostrando su notable atraso en la denominación de grafotecnia, para identificar los trabajos documentológicos que los expertos realizan para ilustrar a la justicia y que los magistrados requieren para dictar sentencias más justas; y, como lo afirmara el maestro Diez Picasso que los jueces ya no serán mas jueces de leyes, sino se convertirán en jueces tecnológicos.

Por:
Cesar Benavides Cavero
Instituto Peruano de Criminalística y Pericias

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